Esta simplicidad, que excluye toda la búsqueda personal, todo afán de propiedad, es un acto de amor que alegra el Corazón de Nuestra Madre.
Sepamos aceptar la alegría tanto como la pena: ambas nos llegan de las manos de Nuestra Madre . La glorificamos cuando sabemos apreciar la dulzura de sus dones.
(La vida en María,P. Jacquier)
Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Tí.
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