Nuestra vida terrena está poblada de presencias ocultas, misteriosas, celestiales, amigas, no perceptibles por nuestros sentidos. El mundo está sumergido en el cielo habitado por la Trinidad con todos los moradores del Paraíso.
Los ángeles están con Dios, y Jesús, que es Dios, nos aseguró: “Estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”. Y él “ha dado órdenes a sus ángeles para que nos guarden en nuestros caminos”. Ordenes que ellos cumplen puntualmente con inmenso amor a favor de cada uno de nosotros.
Desde nuestra concepción hasta la hora de pasar a la Vida eterna, estamos acompañados por nuestros ángeles custodios, y con ellos hemos de participar de la herencia eterna, que Dios tiene preparada para quienes lo aman a él amando al prójimo. Dios, por medio de los ángeles custodios, nos ha librado, nos libra y nos librará de peligros y males sin que nos demos cuenta, ni se lo pidamos.
Seamos agradecidos a Dios y a los ángeles, viviendo con rectitud y fe en su presencia permanente, conversando con ellos, pidiéndoles y agradeciéndoles su ayuda.
me gusta
ResponderEliminar