martes, 10 de julio de 2012

11 de Julio,San Benito



Patrono :
De los Exorsistas y de Europa
Protector :
De los hogares  y contra las acechanzas del demonio
Identificativo principal :
Usa Habito Benedictino Orden que fundo
Identificativo secundario :
lleva en su mano el Cayado de Abad y en la otra mano el Misal 
Fecha litúrgica :  11 de Julio

ORACION
Santísimo confesor del Señor; Padre y jefe de los monjes, interceded por nuestra santidad, por nuestra salud del alma, cuerpo y mente.

Destierra de nuestra vida, de nuestra casa, las asechanzas del maligno espíritu. Líbranos de funestas herejías, de malas lenguas y hechicerías.

Pídele al Señor, remedie nuestras necesidades espirituales, y corporales. Pídele también por el progreso de la santa Iglesia Católica; y porque mi alma no muera en pecado mortal, para que así confiado en Tu poderosa intercesión, pueda algún día en el cielo, cantar las eternas alabanzas.
Amén.
SU HISTORIA
En el libro II de sus Diálogos, el Papa San Gregorio Magno (540-604 dC) relata cómo un joven que estudiaba en Roma a finales del siglo V dC, oyó la voz del Señor. Entonces, dejándolo todo, siguió a Cristo, e  imitando a los antiguos monjes cristianos, fue a vivir con Dios en la soledad de una cueva en la región de Subiaco, no lejos de Roma. Este joven, llamado Benito, nació hacia el año 480 en Nursia (Italia). Su hermana, de nombre Escolástica, había sido consagrada a Dios desde su infancia. Al cabo de tres años de vida solitaria, Benito decidió compartir el don recibido con otros jóvenes que se iban acercando, y funda entonces en la región de Subiaco varios monasterios. Basándose en el Evangelio, en la  sabiduría de los antiguos monjes, y en su propia experiencia, organiza y dirige la vida monástica de estos monasterios. Cerca del año 529 se traslada a Montecassino, donde funda un nuevo monasterio, en el cuál residirá hasta su muerte. Allí ejerce gran influencia en sus discípulos y sobre toda la región vecina. Es allí también donde escribe una Regla para monjes que con el tiempo llegaría a ser la Santa Regla, maestra del monacato cristiano occidental. Esta Regla, escrita para monjes que viven en comunidad, ordena toda la vida orientándola hacia la oración, encuentro personal e íntimo con Dios. En el último capítulo de la  misma, San Benito la llama "mínima regla de iniciación", la cual ha sido, sin embargo, a lo largo de los siglos cristianos, un instrumento poderoso para transformar los corazones, imitando a Cristo y agradando a Dios. San Benito y su Regla están de tal modo unidos que "si alguien quiere conocer más profundamente su vida y sus costumbres, podrá encontrar en la enseñanza de su Regla todas las acciones de su magisterio, porque el santo varón en modo alguno pudo enseñar otra cosa que lo que él mismo vivió". (S.Gregorio Magno, Diálogos II, 36).


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